martes, 25 de enero de 2011

Árbol que crece torcido…

Desarrollado en un ambiente de corrupción, Miguel Cantón Zetina alias El Chino, en menos de dos décadas logró convertirse en un magnate del periodismo en el sureste mexicano y con la enorme fortuna amasada en ese corto tiempo, pudo diversificar sus inversiones hacia sectores como el de las comunicaciones, los bienes raíces, los deportes y la hotelería.
Debido a su sorprendente enriquecimiento, adicciones y sus compadrazgos, es constantemente acusado de evadir impuestos, lavar dinero y traficar con narcóticos y armas. Pese a que ha salido impune “de los ataques de sus enemigos para dañar su honorabilidad”, su poderío menguante ya no le alcanza para impedir que, en los últimos años, la sola mención de su nombre en algún negocio, empresa o movimiento bancario, detone las alertas de la Secretaría de Hacienda, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), de la Procuraduría General de la República (PGR) y de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
No obstante, junto a compadres, amigos y socios, construyó hacia fines de los años 80s’ y principios de los 90s’, una organización delictiva que se infiltró en el gobierno de Tabasco y en las instituciones encargadas de combatir el crimen.
Las cabezas más visibles de esta mafia tabasqueña son: Miguel Cantón Zetina; el ex director de Seguridad Pública y ex subsecretario de Seguridad y Readaptación Social, Hernán Bermúdez Requena; el ex Procurador de Justicia del Estado y ex secretario de Gobierno, Jaime Lastra Bastar; el Notario Público Narciso Oropeza Andrade; el empresario Manuel Felipe Ordóñez Galán; el periodista Mario Ibarra Lizárraga; el capo de las drogas, Juan Arellano Jaimes; el ex comandante de la Policía Federal de Caminos, Reynaldo Ascencio Cavazos; el ex director de Tránsito del Estado, Jaime Echeverría Gómez; y el restaurantero Gustavo Falcón Pérez.
De acuerdo a informes periodísticos, esta pandilla opera extendiendo sus tentáculos hacia varios frentes: brinda protección a traficantes de armas y narcóticos desde el gobierno tabasqueño y con los medios de comunicación (prensa y radio) propiedad de Miguel Cantón, desvía la atención de la opinión pública cuando se requiere.
Al Chino Cantón y su banda, se le ha podido comprobar nexos con la organización de los  desaparecidos hermanos Acosta Lagunes; con el cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán; con el cártel del Golfo de Ezequiel Cárdenas Guillén; y con el de Juárez, desde los tiempos del extinto Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, y ahora de Vicente Carrillo Fuentes y su sobrino Vicente Carrillo Leyva; esa estrategia es para muchos, la clave de su éxito: servirles a todos y no confrontarse con ninguno, sin embargo, hay una piedra en su zapato: los temibles y sanguinarios Zetas, que le enviaron al diario Tabasco Hoy, una cabeza cercenada de un pobre individuo que fue sacrificado, se dijo, por delatar la ubicación de una de sus casas de seguridad en la zona conurbada de Villahermosa.

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